Tipos de ecosistemas


¿Cuáles son las distintas clases o tipos de ecosistemas que existen?

El término ecosistema, en biología, hace alusión a un sistema natural o bien, a un conjunto de organismos que conviven en un determinado hábitat y se relacionan mutuamente. Es por esto que todo ecosistema está compuesto de dos elementos básicos: por un lado, los organismos vivos, a los que también se denominan biocenosis. Por otro lado, el espacio físico en donde dichos seres viven y establecen relaciones entre sí. A esto último se lo suele denominar biotopo.  Se debe tener en cuenta que todo ecosistema se relaciona al mismo tiempo con otros ecosistemas, conformando un gran sistema.

(Imagen de Ecosistema.)

(Imagen de Ecosistema.)

Los ecosistemas son divididos en tres grandes grupos:

Terrestres: estos ecosistemas se caracterizan por el hecho de que los animales y plantas que los componen habitan en el suelo terrestre así como también en el aire, siendo éstos sus hábitat donde hallan todos aquellos elementos que necesitan para vivir. Un rasgo que caracteriza a los ecosistemas terrestres es que, a mayor humedad, mayor diversidad y cantidad de flora y fauna.

Dentro de este ecosistema se encuentran los siguientes tipos:

Bosque: este ecosistema se caracteriza por contar con una importante densidad de arbustos y árboles. Este rasgo hace que los bosques no sólo sean un hábitat para numerosas especies de insectos y animales, sino que también cumplen la función de conservar los suelos. Otro rasgo importante de este ecosistema es su capacidad de regular los flujos hidrológicos. Los bosques son el ecosistema que más espacio ocupan dentro de la biósfera terrestre y se pueden dividir en dos grandes grupos: frondosos y de coníferas. Los primeros se caracterizan por estar compuestos por árboles de hoja ancha y que contienen flores. Los de coníferas son aquellos cuyos árboles tienen hojas aciculares, propias de los climas templados o fríos, y carecen de flores.

Desierto: en estos ecosistemas las lluvias son prácticamente inexistentes, por lo que su suelo es sumamente árido y arenoso. Esto hace que la población humana sea bastante escasa y la fauna que vive allí suele salir de noche, para evitar las elevadas temperaturas. Entre otros, es común encontrar lagartijas, aves rapaces o camellos. Con respecto a la flora, también  suele ser muy escasa por lo que es prácticamente imposible realizar tareas de cultivación allí. Entre otros, son comunes los cactus, los arbustos de escasa altura y las palmeras. Otro rasgo propio de los desiertos es su amplitud térmica. Mientras que de día las temperaturas son sumamente elevadas, por la noche descienden de forma significativa.

Tundra: estos ecosistemas se caracterizan por contar con temperaturas sumamente bajas, lo que hacen que sus subsuelos sean prácticamente helados. Estos rasgos hacen que la vegetación que crezca allí jamás supera los diez centímetros, por lo que son corrientes los líquenes y musgos, mientras que no crece ninguna especie de árbol. Dentro del territorio terrestre, este ecosistema cubre alrededor de un quinto del total de la tierra y, se los encuentra en lugares como la Antártida y al sur de Chile y Argentina. Con respecto a los animales que suelen vivir en este ecosistema, las focas, los renos, el oso polar y los lobos marinos son los más comunes.

Matorrales: son aquellos ecosistemas en los que la mayoría de la vegetación son plantas geófitas y herbáceas, además de césped y arbustos. Esto significa que la vegetación que integra los matorrales no supera los ocho metros de altura. Además, al encontrarse en climas secos, las plantas tienen espinas y hojas de pequeño tamaño.

Herbazales: también conocidos como pastizales, estos ecosistemas se caracterizan por contar con vegetación herbácea de manera abundante. Su extensión representa cerca de un 25 por ciento de la superficie terrestre. Un rasgo principal de los herbazales es que las precipitaciones son bastantes escazas, por lo que se las puede ubicar en un punto medio entre los desiertos y los bosques. Además, se encuentran presentes en todos los continentes, exceptuando la Antártida. Dentro de los herbazales se pueden identificar las siguientes clases:

  • Estepas: ubicados lejos del mar, estos herbazales suelen contar con temperaturas muy bajas y escazas precipitaciones. En su extensión, generalmente, se desarrolla poca vida animal y vegetal mientras que los minerales abundan. Además, las estepas se caracterizan por contar con diferencias de temperaturas muy marcadas entre invierno y verano.
  • Praderas: estos ecosistemas suelen contar con césped, juncales así como también gramíneas entre su vegetación. También es muy común hallar aves y mamíferos entre su fauna. Las praderas se ubican en América, Oceanía y Asia y sus temperaturas suelen ser templadas y con lluvias escazas.
  • Sabana: este ecosistema se caracteriza por contar con un clima subtropical y seco tropical. Es por esto que la fauna suele ser escaza y, en el caso de los árboles, estos se caracterizan por ser de baja estatura. Este ecosistema puede ser encontrado en los continentes asiático, americano y africano. En cuanto a los animales, los más comunes suelen ser las jirafas, los búfalos, los felinos y los elefantes. Al ser suelos poco fértiles, allí no se desarrollan actividades agrícolas, por lo que se encuentran con poca presencia humana.

Acuáticos: en este ecosistema, la flora y fauna vive y establece relaciones entre sí en el agua. De acuerdo al tipo de agua que componga al hábitat se puede hablar de ecosistemas acuáticos de agua dulce y ecosistemas acuáticos de agua salada:

De agua dulce: estos ecosistemas se caracterizan por ser de menor tamaño que los de agua salada e incluye ríos, estanques, lagos, lagunas y arroyos. Como algunos de ellos cuentan con aguas en constante movimiento, como el caso de los arroyos y ríos, la vegetación es distinta a la de los lagos, estanques y lagunas, en los que el agua permanece inmóvil.

De agua salada: dentro de este grupo se encuentran los océanos, las marismas y los mares. Al ser muy profundos, estos ecosistemas se caracterizan por contar con un problema: como que la luz solar no penetra más de 200 metros, existe mucha distancia entre la zona superficial y la que contiene los nutrientes que necesitan las plantas y animales para sobrevivir, ya que esto se ubica en el fondo del océano o mar. Esto hace dificultoso el desarrollo de vida en ciertos sectores.  

Aéreos: estos ecosistemas suelen ser considerados de “transición” puesto que ninguna planta o animal puede vivir continuamente en el aire pero sí relacionarse y llevar adelante ciertas acciones esenciales para su vida en ése ámbito. El hecho de que no sea un ecosistema autosuficiente hace que algunos especialistas lo consideren como parte del terrestre.

A su vez, los ecosistemas pueden dividirse en Naturales y Artificiales:

Naturales: estos ecosistemas son los que se desarrollaron de manera espontánea en la naturaleza sin que los seres humanos hayan intervenido. Para que esto ocurra, deben pasar muchos años y son las precipitaciones, el suelo y el clima los que van condicionando en el desarrollo de plantas y animales que se encuentran en el hábitat. Para esto, otro elemento esencial es la energía solar. Sin ella, no existe la posibilidad de que se desarrolle vida. Los ecosistemas mencionados anteriormente pertenecen a esta categoría, pero esto no descarta que no hayan sufrido transformaciones a partir de la mano de obra humana, causando que nuevas especies se desarrollen allí, en detrimento de otras.

Artificiales: en estos ecosistemas, en cambio, la presencia del hombre es esencial para su desarrollo ya que tiene la posibilidad de manipular, de acuerdo a sus necesidades, al suelo, las lluvias y hasta los seres vivos que se desarrollen allí. Dentro de estos ecosistemas conviven dos factores contrapuestos, que son los abióticos y los bióticos. Los primeros hacen referencia a aquellos que no tienen vida, como lo son la lluvia, el suelo o incluso la luz del sol. Pero a estos, se le agregan los edificios, las represas, las calles, los puentes, y cualquier otro elemento diseñado por el hombre. Los factores bióticos, en cambio, son la flora y fauna que logra desarrollarse en dicho ecosistema. Para que ambos factores logren cumplir con sus funciones, no sólo alcanza con la energía solar, sino que es necesario que el hombre intervenga aportando energías artificiales. Dentro de estos ecosistemas se pueden encontrar, entre otros, los siguientes:

Piscícola: en esta clase de ecosistema artificial, la mano de obra humana interviene con el objetivo de criar peces de manera artificial ya sea con fines comerciales o para satisfacer las necesidades básicas de una determinada población.

Urbanos: estos ecosistemas tienen que ver con la construcción de casas y edificios urbanos con el objetivo de que allí se asiente una población para desempeñar sus tareas cotidianas. En estos ecosistemas se da lugar a factores bióticos, como árboles, plantas y ciertos animales, para que se combinen con los abióticos, como lo son el cemento, las veredas, los puentes y las construcciones en general.

Agrícolas: en estos casos, se modifica un terreno natural, al que se le agregan plantaciones que no existían allí, para de esta forma poder desempeñar tareas agrícolas, ya sea con fines comerciales o domésticos. También estas plantaciones pueden ser desarrolladas para alimentar animales, por lo que funcionan como un complemento de la actividad ganadera.


Artículos Relacionados

Derechos Reservados

© Está permitido el uso de los contenidos, siempre y cuando se reconozca con un enlace a este artículo, como fuente de información.

Comments are closed.