Tipos de normas


¿Qué son las normas?

El término “norma” hace alusión al conjunto de reglas que un determinado grupo de individuos debe respetar para que de esta forma pueda llevarse adelante una convivencia con la menor cantidad de conflictos posibles. Las normas se encargan de limitar o regular ciertos comportamientos y pueden provenir de distintos ámbitos. En ciertos casos, las normas son seguidas por un castigo, que puede ser social o dictado por una determinada autoridad, avalada para esto.

De acuerdo a sus orígenes y características, se habla de los siguientes tipos de normas:

Normas religiosas: normas como estas son las que se confeccionan e imponen desde una determinada comunidad religiosa, como lo puede ser la musulmana, judía o católica, entre muchas otras. Esto hace que sólo deban ser respetadas por aquellas personas que participen y se sientan parte de dicha comunidad. Para los miembros de estas agrupaciones, la sanción por el incumplimiento de las normas tiene que ver con lo divino, por lo que no se involucran los ámbitos jurídicos ni estatales de la sociedad en la que se encuentran insertos. Lo que puede existir, en todo caso, es una “condena social” por parte de los otros individuos que formen parte de la comunidad religiosa en cuestión. Lo que ocurre entonces, es que las personas optan por cumplir con estas normas teniendo en cuenta las consecuencias que, de acuerdo a su culto, pueden existir. Por ejemplo, una persona no roba por temor a ser castigada por Dios o a quedar excluida del Reino de los Cielos. Las normas religiosas apuntan a establecer una serie de conductas y comportamientos que se consideran necesarios para alcanzar el bienestar, no sólo en el mundo terrenal, sino que en muchos casos dentro de un mundo trascendental. También, las reglas como estas aspiran a alcanzar una mejor humanidad. Por lo general, las reglas religiosas son consecuencia de la costumbre o bien, pueden ser impuestas desde los textos propios de cada comunidad. Además, los “líderes” de cada religión son los que se encargan de difundirlos, argumentando porqué deben ser cumplidos y cuáles son las posibles consecuencias o castigos en caso contrario.

Normas morales: las de este tipo, a diferencia de las anteriores, no son impuestas o emanadas desde una entidad o comunidad, sino que son dictadas por la propia conciencia del individuo. Esto hace que la persona las respete por convicción y voluntad propia y no porque alguien así se lo imponga. Por lo general, estas normas dependen de la educación, cultura, valores y crianza de cada individuo, por lo que suelen ser similares a los de aquellas personas tengan un estilo de vida similar. Si el individuo incumple con estas normas no existe alguna sanción más allá del cargo de conciencia o remordimiento, aunque puede ocurrir que exista cierto rechazo social a la conducta en cuestión. De esta manera, cada conducta que lleva adelante el individuo tiene que ver con lo que dicte su conciencia, que es la que le establece qué es lo que está “bien” y qué es lo que está “mal”. De esta forma, no existe ningún escrito o autoridad en particular que imparta las normas morales, más allá de la conciencia del individuo.

Normas jurídicas: en este caso, son ciertos órganos que conforman al Estado los que diseñan e imparten un conjunto de normas que deben ser cumplidas por los individuos que formen parte del mismo. En el caso de incumplimiento por parte de alguno de los miembros de la comunidad, éste recibirá un castigo o sanción, determinado por los organismos competentes en la materia. Para que estas normas queden en claro, así como también sus consecuencias por incumplimiento, deben ser escritas y difundidas por los entes pertinentes, teniendo en cuenta los valores y rasgos de la sociedad en la cual se introducen. Además de incluir deberes y sus respectivas sanciones en caso de incumplimiento, las normas jurídicas suelen señalar cuáles son los derechos de cada individuo, los cuales deben ser garantizados por el Estado. Generalmente, la norma jurídica por excelencia es la constitución y de ella dependen el resto de las reglas que se diseñen, sin que estas puedan contradecir a las anteriores.

Dentro de las normas jurídicas, se habla de dos grandes grupos. Por un lado, las imperativas y, por otro, las dispositivas. Mientras que las primeras hacen alusión a aquellas que no dependen de la voluntad de las personas, sino que deben estar al tanto de las mismas y, en consecuencia, respetarlas, las segundas hacen alusión a las que dependen de la voluntad del individuo.

Normas sociales: también conocidas bajo el nombre de costumbres, estas normas son las que existen como consecuencia de la repetición de ciertas prácticas a lo largo del tiempo en una misma sociedad. De esta forma, una serie de comportamientos se conviertes en “obligatorias” puesto que son vistas como esenciales dentro de una convivencia respetuosa. Al ser consecuencia de las costumbres sociales, estas normas no están escritas en ningún lado ni han sido diseñadas por entes específicos. De todas formas, son vistas como reglas básicas para la convivencia y, en caso de su incumplimiento, la persona será castigada con el rechazo o la burla social. Es decir, no existen castigos por parte de la justicia o ciertas entidades, sino que estos devienen de la reacción social. Al estar condicionados por la cultura de la sociedad en la que se desarrollan, estas normas van cambiando con el paso del tiempo y son diferentes entre una y otra. Lo que puede ocurrir es que normas que antes eran consideradas como sociales terminen convirtiéndose en jurídicas con el paso del tiempo, lo que hace que su incumplimiento pueda ser sancionado o castigado.

Algo que debe tenerse en cuenta es que la clasificación en normas sociales, religiosas, jurídicas y morales no implica que sean excluyentes o no coincidan entre sí, sino que, por el contrario, en muchos casos ocurre que se superponen. Por ejemplo, una persona que sea católica puede optar por no matar a otro individuo no sólo porque dicha conducta forme parte de los diez mandamientos, sino también porque su conciencia le dicte que matar es “malo”. Sumado a esto, esa misma persona puede vivir en una sociedad donde la justicia condene el asesinato y donde dicha conducta sea también condenada con el repudio social. De esta manera, se observa cómo la misma conducta es considerada y trae consecuencias por parte de los cuatro tipos de normas. Por supuesto que existen casos en los que esto no ocurre, es por esto que se debe tener en cuenta cada sociedad y cada conducta en particular para hacer esta clase de análisis.

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