Tipos de falacias
¿Qué significa «falacia»?
Si bien es un término que suele interpretarse de múltiples maneras, su definición más general seria que la falacia es una forma de razonamiento falso o erróneo. Visto desde un parámetro muy especifico, se evalúa como un modo de argumentar que es incorrecto y que además no sigue las reglas que la lógica establece.
Si bien su razonamiento es considerado invalido, no se asegura por completo una conclusión falsa. Dado que la argumentación en si es considerada falaz, se establece que las premisas en las que derivan no pueden dar seguridad ni confiabilidad absoluta; pero en algunos casos el error o la incorrección es mínimamente perceptible, por lo que la conclusión podría acabar siendo verdadera o correcta.
Falacias: algunos ejemplos
Existe una vasta variedad de falacias que podrían ser clasificadas según diferentes puntos de vista, a continuación tomaremos las consideradas más importantes y estudiadas en general para su descripción.
1. Formales: son aquellas donde el error es prácticamente imperceptible, por lo que a pesar de no ser un razonamiento correcto o válido; su conclusión es igualmente considerada correcta dado que existe una similitud importante con el razonamiento correcto.
Dentro de este grupo podemos a su vez encontrar:
- Negación de antecedentes: según esta, si se niegan o dan por inválidos los antecedentes de la misma manera debe negarse la conclusión que de ellos provenga. Otra característica es que la falacia es lógica, y tiene similitudes con al argumento. Entonces si existe A también existe B, por lo que si no hay A tampoco hay B.
- Afirmación del consecuente: está basada en la simetría, por lo que plantea que porque una idea es verdadera, su idea contraria u opuesta también lo es. De esta forma podríamos decir que se interpreta como: si X da existencia a Y; entonces Y da existencia a X. Es decir, que es un error en la conclusión que se arrastra de un razonamiento equivoco.
2. Informales: en este caso, el condicional es que los datos o la información que pueden darnos las premisas sobre las que se basa la conclusión, no son suficientes para justificar en forma correcta dicha conclusión. Dicho en forma más clara, es cuando se recurre a elementos que no son pertinentes, para lograr convencer al otro de que la conclusión es correcta o valida.
En este caso podemos identificar los siguientes derivados de este tipo:
- Ad hominem: se trata de aquella situación en la que, para defender una determinada postura o conclusión, se ataca a quien argumenta en contra de la misma. Normalmente se apela a la desacreditación de este individuo, atribuyéndole características directamente al sujeto que harían sus contra argumentaciones menos válidas.
- Ad baculum: en este caso se trata del uso de herramientas como la amenaza, el miedo, o la fuerza para imponer o establecer una posición determinada. En general se encuentra vinculado a situaciones donde existe una dependencia jerárquica entre seres humanos.
- Ad verecundiam: es cuando se justifica una conclusión apelando a lo dicho por alguien con autoridad en el tema; en lugar de dar las razones correspondientes. El problema radica en que por más que sea una autoridad, no constituye una garantía de veracidad en la conclusión.
- Ad populum: se trata de la expresión de razones no relacionadas con la conclusión para demostrar que esta existe, y por lo tanto de no decir las razones que están verdaderamente vinculadas. Para que esta pueda ser utilizada es necesario tener la certeza de que el auditorio va a aceptar las razones expresadas como verdaderas y vinculadas; aunque verdaderamente no lo estén. Su intención esta en general vinculada a generar ciertas emociones en los oyentes.
- Ad ignorantiam: es el caso en el que intenta demostrarse que un razonamiento es válido o verdadero por el sólo hecho de que no se puede demostrar que es falso. Un ejemplo seria decir que el oxigeno no existe porque no puedo verlo.
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