Tipos de lectura


La lectura es la actividad por medio de la cual una persona logra aprehender y procesar información que se encuentre plasmada con palabras en un determinado medio escrito. De esta forma, el lector debe interpretar ciertos símbolos para así poder comprenderlos. Para poder llevar adelante esta actividad, la persona necesita haber adquirido ciertos conocimientos y haber pasado por un proceso de aprendizaje que requiere tiempo y se va desarrollando por etapas.

Generalmente, se identifican las siguientes clases de lectura:

Inferencial: este procedimiento consiste en la comprensión de las ideas plasmadas en el texto a partir de las relaciones que el lector logra entablar entre los distintos temas o ideas planteadas por el autor. Lecturas como estas tienen éxito siempre que el lector cuente con cierta capacidad de abstracción a la hora de abordar al texto escrito. Esto se debe a que el lector no se limita a interpretar la información que se encuentra en el texto sino que la relaciona con conocimientos, experiencias o información que posea con anterioridad al momento de concretar la lectura. De esta manera, el lector logra inferir conclusiones, ideas o detalles más allá de lo literalmente expuesto. También le permite interpretar ciertos símbolos; prever hechos o ideas que puedan surgir a lo largo del texto así como también entablar relaciones de causa y efecto.

Literal: comúnmente desarrollada dentro del ámbito académico, ésta busca captar los principales conceptos e ideas que estén contenidos en el texto. A lo largo de todo el proceso, el individuo logra identificar los temas, personajes, lugares o definiciones planteadas, así como también la idea que predomina en cada párrafo y cómo es que estos se conectan entre sí. Además, por medio de ésta, la persona logra identificar el orden temporal de los hechos así como también las relaciones de causa y consecuencia que se establecen entre estos. A diferencia de la lectura anterior, la literal se limita a trabajar con lo estrictamente planteado en el texto, de allí su nombre.

Crítica: se realiza siempre y cuando el lector tenga ciertos conocimientos y nociones previas para que, de esta forma, pueda evaluar el contenido de lo escrito y emitir algún juicio de valor al respecto. Este proceso es posible cuando la persona logra establecer una distancia con el texto y evaluarlo a partir de sus saberes adquiridos. De esta manera, el lector puede aceptar, rechazar o validar aquello que está escrito, siempre que deje en claro a partir de que documentos o teorías emite estos juicios.

Otra manera de clasificar a los tipos de lectura puede ser la siguiente:

Comprensiva: a partir de una actitud activa, el lector intenta abordar el texto de manera tal que logre analizar, cuestionar y criticar lo leído. Para ello, la persona lee de forma atenta, detallada, con el objeto de analizar los temas planteados y capturar las ideas, temas y conceptos planteados por el autor.

Mecánica: esta forma de abordar un texto se caracteriza por efectuarse de forma veloz, para de esta forma captar una idea general de aquello que esté escrito, sin detenerse para prestarle demasiada atención a los términos que sean novedosos o desconocidos. Generalmente, es la que se hace como forma de entretenimiento o para pasar el rato, sin tener intenciones de absorber o aprehender aquello que esté contenido en el texto.

Extensiva: no tiene otro objetivo que no sea pasar el rato o entretenerse por medio de ella. El lector puede leer por el mero placer que esto le genera o bien, porque se encuentra interesado en el contenido que el texto expone. Claros ejemplos suelen ser los diarios, revistas, novelas o historietas, entre otros géneros.

Intensiva: lectura que una determinada persona lleva adelante con el objetivo de adquirir cierta información contenida en el texto, es por esto que la realiza con atención y dándole importancia a los detalles o conceptos definidos. Esta puede ser la lectura que se realiza cuando se debe estudiar para un examen, dar una presentación oral o formar parte de un debate, en los que el orador necesita tener información que le permita argumentar sus respuestas o exposiciones.

Oral: aquella que realiza una persona en voz alta con el objetivo de que otras personas logren escuchar el contenido del texto. De todas formas, hay personas que la realizan porque les permite un mayor grado de concentración, sobre todo cuando necesitan estudiar y aprehender los contenidos. En estas, el lector no precisa que otra persona los escuche, sino que es una lectura personal.

Silenciosa: en contrario de la anterior, y como su nombre indica, es aquella que se hace sin expresar en voz alta aquello que se esté leyendo. De esta forma, el proceso de lectura es individual y privado.

Involuntaria: se realiza sin que el lector se haya empeñado en hacerla. Suele ser muy común cuando el individuo se encuentra en un lugar nuevo, que está lleno de carteles o anuncios, que va captando a medida que permanece en allí. También ocurre cuando la persona circula por la calle, donde la presencia de carteles suele ser, en algunos casos, abrumadora. En algunos países, se prohibió la presencia de anuncios publicitarios puesto que estos puede resultar un elemento de distracción para conductores y peatones. De esta manera, se evita que haya accidentes de tránsito.

Secuencial: en este proceso, el lector aborda el texto de manera lineal, tal como está presentando, de principio a fin. En estos casos, el lector no saltea fragmentos así como tampoco lee más de una vez el mismo fragmento.

Puntual: a diferencia de la forma anterior, el individuo no hace un recorrido total del texto, sino que busca aquellas partes que desee, ya sea porque precisa lo que se encuentra allí, porque le interesó o necesita estudiarlo. A la hora de efectuarla, puede haber ocurrido que el individuo ya haya leído el texto, por lo que sólo debe localizar el fragmento en el que se encuentra aquello que requiere. También, puede ocurrir que la persona no lo haya leído con anterioridad y que sólo desee leer ciertos pasajes. Para esto, suele hacer una lectura rápida a fin de identificar el contenido buscado. En estos casos, los subtítulos, así como también los índices o las palabras en negrita suelen ser muy útiles para que el lector pueda guiarse. También, la presencia de cuadros, dibujos o gráficos suelen ser herramientas muy útiles que permiten inferir qué es lo que se encuentra escrito en las páginas próximas a los mismos.

Los especialistas también identifican distintas lecturas en los niños que atraviesan su proceso de aprendizaje. Comúnmente, se habla de las siguientes formas:

Subsilábica: esta manera de leer es identificada con el deletreo. Esto significa que el niño, para leer cada palabra se detiene en cada una de sus letras. Luego de esto, va formando sílabas hasta que, finalmente, logra descifrar la palabra completa. Esta se ubica en las primeras etapas de aprendizaje y es muy limitada. El niño sólo entiende los conceptos de forma aislada, en vez de ir hilando las palabras para comprender el sentido global de las oraciones y párrafos.

Silábica: esta etapa es un poco más avanzada que la anterior, puesto que aquí el niño ya logra leer sílaba por sílaba y las une para así conformar la palabra. Hasta este momento, la lectura continúa siendo limitada, el niño no logra relacionar los conceptos para captar sentidos globales.

Vacilante: un paso más avanzado que la anterior, esta forma de lectura se realiza cuando el individuo logra leer palabras de corrido pero lo hace con una actitud insegura y hasta indecisa. Generalmente, el lector suele trabarse con algunas palabras que puedan ser consideradas algo más complejas. También es muy común que lea más de una vez el mismo fragmento para comprender la idea general. En la vacilante, los signos de puntuación no son muy respetados por el lector, lo que hace que el sentido general a veces sea trastocado o que complique la comprensión del enunciado.

Corriente: en este proceso de aprehensión, el lector ya identifica los signos de puntuación  logra leer con mayor fluidez y seguridad. Además de esto, la lectura es más rápida y el niño logra captar con mayor facilidad el sentido de las oraciones y párrafos. Sumado a esto, a la hora de pronunciar las palabras, lo hace de manera adecuada.

Expresiva: en este caso, el lector además de tener las habilidades del paso previo, puede efectuar la lectura agregándole toques expresivos, de acuerdo al sentido que tenga la oración. Por medio de cambios de tonos, volumen y pronunciaciones, el lector logra transmitir correctamente los distintos estados de ánimo que el autor intentó plasmar en el texto en cuestión. Expresiones tales como el asombro, el enojo, la pregunta o la sorpresa son transmitidas con la entonación.

Artículos Relacionados

Derechos Reservados

© Está permitido el uso de los contenidos, siempre y cuando se reconozca con un enlace a este artículo, como fuente de información.

Comments are closed.